Realizar la recuperación del ictus con otras personas afectadas facilita la superación del miedo al rechazo y fomenta las relaciones sociales.

Enriquecer la autoestima y la mentalidad positiva quedando con amigos para hacer deporte o entretenerse con juegos de mesa se traduce en la reducción de las preocupaciones y la ansiedad.

Mejorar habilidades y destrezas físicas a través actividades lúdicas como talleres de manualidades, pintura o yoga.

Ganar independencia y motivación con la normalización de los efectos del ictus a la hora de realizar tareas cotidianas como vestirse o cocinar.

Pasear en entornos naturales genera una mayor sensación de bienestar y mejora la salud.

Renunciar al tabaco debe ser la prioridad número uno tras un ictus, ya que es uno de los principales factores de riesgo. También debe evitarse el consumo de alcohol.

Abandonar el sedentarismo. Para ello es bueno fijarse objetivos a corto plazo, para así ver con mayor facilidad el resultado de los esfuerzos. También es una buena idea incrementar la actividad física cambiando algunas tareas diarias, como por ejemplo ir andando o en transporte público en vez de coger el coche.